El juez cobarde

08.05.2025

Solo era macho para gritarle a las mujeres

Cerca del mediodía, las secretarias estaban reunidas y llamaron a Marcos y Régulo para conversar con ellos. Tenían mala cara, eso no era usual, algo había pasado.

- ¿Qué sucede muchachas? Las veo molestas.

- Ese juez, es un grosero y un falta de respeto.

- Cierto señor Director, no sé qué se cree.

- Ese tipo llega acá, alzando la voz todo el tiempo.

- Ella le dijo "yo no soy su mujer para que me grite".

- Un momento muchachas, más despacio, vamos con orden. - dijo Marcos.

- ¿De cuál de los jueces hablan? - preguntó Régulo.

- El tal Arrieta.

- Si uno no le lee la mente, entonces el tipo empieza a gritar diciendo que él es juez y que tenemos que hacer lo que él diga de inmediato.

- Bueno chicas, a mí me leen la mente. Antes de que les diga qué necesito, ya me lo están resolviendo.

- Jefe, usted es especial, usted no alza la voz.

- Además, siempre dice por favor, hasta cuando da una orden.

- Pero ese tipo a los treinta segundos ya está alzando la voz.

- Nunca dice por favor, actúa con una prepotencia increíble, haciendo que una se sienta como si fuese nadie.

- Pasó por el servicio médico e insultó a la doctora, que vino a decirnos que renunciaba, que ella era tan profesional como él y no tenía que aguantarle groserías a nadie.

- Le dijimos que no renunciase, que hablase con usted, dijo que se iba, pero que mañana regresaría calmada.

- Que desgracia estos pobres diablos que a cuenta que les dan cualquier cargo, se creen los representantes de dios sobre la tierra - dijo Marcos.

- Seguro que a los malandros no les habla así - comentó Régulo.

En eso se oyeron varios disparos en la torre.

- Que desgracia con esos malandros, justo se portan mal cuando están los jueces acá. - Dijo Régulo.

Marcos no dijo nada, salió de inmediato y a paso veloz hacia su despacho. Entró y vio a los jueces que tenían cara de preocupación. Un par de damas del grupo, daban la impresión de estar bastante asustadas. Pero lo peor era justamente el bravucón de Arrieta. Estaba detrás de todo el grupo, agazapado, tapándose incluso con las mujeres del grupo.

- ¿Hay problemas Director? - preguntó uno de los jueces.

- De tanto en tanto se nos descarrilan los angelitos de la torre, pero vamos a resolver eso.

- Pero ¿Hay peligro?

- Es completamente improbable, no son tan locos, no lo harían. Ahora vamos a poner orden.

- Gracias Director.

Marcos se acercó a su escritorio, metió la mano debajo de éste y sacó su escopeta, diciendo - Usted Arrieta, acompáñenos.

Los ojos de terror fueron suficiente respuesta, él lo que deseaba era salir cuanto antes de esa cárcel. Entonces Marcos le dijo:

- Usted es muy macho para gritarle a las damas, para ofender a mis secretarias. La encargada del servicio médico acaba de renunciar por su culpa. ¿Qué tal si viene a gritarle un poco a los internos armados?

El terror iba dando paso a la rabia en la cara del juez. Marcos siguió, diciendo sin alzar la voz:

- Le voy a advertir algo, no vuelva a ofender a mi personal, acá todos hacen lo que yo ordeno, y lo hacen de inmediato y con convicción, sin necesidad de gritarles ni ofenderlos - Luego con voz más baja y mirándolo le dijo - ¿Estamos entendidos?

Marcelo Crovato - Blog del escritor
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