Finde en la playa
No iba a ser tan tranquilo

- Yo también vi un movimiento, pero no era animal, era humano. Encárguense de terminar de prender el carbón, ya vengo - respondió Marcos, entrando rápidamente a la casa.
Buscó su morral, sacó la Browning, verificó que estuviese cargada y con munición en la recámara, le quitó el seguro y tomó un cargador adicional. Se puso los zapatos de goma y salió de la casa. En el patio, todos se sorprendieron al verlo llegar con la pistola en la mano, pero les hizo una señal para que guardasen silencio y les dijo:
- Actúen normalmente - mientras salía a revisar el perímetro de la casa. Los ruidos habían venido del lado izquierdo de la casa, así que luego de asegurarse que no había nadie cerca de la entrada, cruzó a la derecha, para rodear la casa y sorprender por la espalda a quien pudiese estar ahí.
Aprovechó lo que había aprendido en la infantería, pero más aún lo que el Sensei Mauro Mijares, un auténtico ninja, le había enseñado, caminó lenta y muy silenciosamente, deteniéndose en cada esquina para asegurarse que el siguiente lado estaba despejado, hasta llegar al costado izquierdo de la casa. Ahí, entre unos matorrales estaban dos individuos, jóvenes. Se acercó muy silenciosamente y cuando estuvo a pocos metros, teniéndolos apuntados, amartilló la Browning y dijo:
- El primero que se mueva, lleva plomo. Muestren las manos.